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viernes, 10 de septiembre de 2010

El Eterno Caminante

El Judío Errante en un dibujo del Gran Gustave Doré
El Judío errante caricaturizado, en un grabado de David Shankbone

Sentado un día cerca de un río en un viaje a Tarma en el departamento de Junín, en el Perú, me puse a pensar como sería viajar y andar por todo el globo terrestre, por todos los pueblitos, es imposible recorrer todo los sitios de la tierra, hubo viajeros que recorrieron por todo el mundo pero de una manera somera y general, pero no todos los rincones del mundo, sólo uno recorrió y recorrerá los rincones de la tierra pensé, y se me vino a la mente la leyenda o realidad del “Judío Errante”, cosa curiosa, para él no es un placer viajar más bien es una condena y si fuera por él ya desearía descansar y ya no viajar por el mundo, pero enterémonos la historia de este personaje. El judío errante es un personaje del Cristianismo tiene varias versiones, la primera que era un judío que negó darle agua a Jesucristo durante el camino a la crucifixión, por lo que este le condenó a caminar por todo el mundo hasta su segundo retorno de Jesús a lo que llaman: "la Parusía", que es la segunda venida del señor Jesucristo al mundo a juzgar a vivos y muertos en el final de los tiempos. Otros dicen que es una figura metafórica del pueblo judío que por tener culpa en la crucifixión de Cristo es condenado a estar disperso por el mundo lejos de su lugar de procedencia, esta dispersión lo llaman: la Diáspora, es una leyenda antisemita. Al judío errante se le ha dado varios nombres: Ahasverus , Buttadeu, Larry el Caminante, Joseph Cartaphilus, Juan Espera en Dios, Michob-Ader . Sin embargo posiblemente el nombre más antiguo sea el que aparece en una de las Cartas eruditas y curiosas del padre Feijoo. En ella se cita a Mateo de París, obispo e historiador benedictino, indicando que en el año 1229 afirmó que dicho judío existía, se llamaba Catafilo, y se encontraba entonces por Armenia.
Igualmente Jacob Basnage, autor protestante, en su Historia de los judíos, cuenta que hay exactamente tres judíos errantes:Samer o Samar: judío errante condenado a vivir siempre, y a vagar, por haber fundido el becerro de oro en tiempo de Moisés.
Catafito o Catáfito: habría sido una especie de guardia o policía de la puerta del pretorio de Poncio Pilatos, en cuya ocasión, cuando sacaron a Cristo, de dicho pretorio para crucificarle, para que saliese más prontamente y evitar la aglomeración o el bullicio, le dio un empujón en la espalda, a lo cual Cristo, volviendo el rostro, le dijo: «El Hijo del Hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva». Se trata de una profecía del mismo Cristo, por la que este judío no había de morir hasta que Cristo volviese a juzgar vivos y muertos. Cada cien años sufría enfermedad y angustia de muerte, pero luego sanaba y se rejuvenecía hasta los treinta años, edad que tenía cuando Cristo murió. Ausero: zapatero de Jerusalén que echó de un empujón a Cristo del quicio de su puerta cuando el Señor se detuvo allí a descansar camino del Calvario, diciéndole: «Despacha, sal cuanto antes; ¿por qué te detienes?». Cristo le respondió: «Yo descansaré luego, pero tú andarás sin cesar hasta que yo vuelva» (algunos han añadido: «hasta que no nazca niño alguno» o «hasta que la mujer deje de parir»). Desde aquel momento empezó el cumplimiento del vaticinio, siempre andaba peregrinando, sin parar en provincia alguna. Representaba la edad de cincuenta años, y prorrumpía en frecuentes gemidos por la tristeza que le causaba la memoria de su delito. De este se dice que fue visto en el año de 1547 en Hamburgo.
Se dice que el judío errante fue visto en varios países, entre otros: Hamburgo 1547, España 1575, en Praga 1602, en Estados Unidos 1868, Miami, Quito, Bogotá, en Pereira (Colombia), cuentan las Gutiérrez, las Parras, y tres Beatas más, que en una Semana Santa, concretamente un Jueves Santo observaron un viajero vestido extrañamente, que caminaba como un autómata y que dirigiéndose a una de las estatuas de los judíos que participaban en el martirio de Jesús que se hallaban prestas a salir en la procesión de la Iglesia Catedral se dirigió hacia ella increpándole “¡Me conoces?” ¡Asheverus! Exclamó la estatua. “El mismo soy”. Las beatas casi se mueren del susto y fueron a contárselo al padre Nelson Giraldo, pero cuando regresaron Asheverus ya no estaba.

Historia real o leyenda, eso lo dejo a criterio de cada uno de mis lectores, pero de lo que si estoy seguro es que el judío errante ha de haber sentido los vientos de cumbre en su condena de caminar por el mundo, Saludos.

1 comentario:

Ciro dijo...

El judío errante se origina como bien dices en la narración, de un dicho de Jesús antes de la partida al calvario y en el camino al calvario, y como bien dices ser un errante por tanto tiempo (hasta la segunda venida de Cristo) es una maldición. Eso de que algunos lo vieron, en varios lugares del mundo habría que investigarlo bien para saber en que circunstancias lo vieron.